11 agosto 2006

Gula

¿No será mucho? Primero somos responsables de su merma y luego les quitamos la comida de la boca (mas bien de sus barbas). La gigantescas ballenas se alimentan de este pequeñisimo crustáceo llamado Krill y nosotros vamos y se lo quitamos para adornar un plato en la mesa. Será rico, será nutritivo, será de lo más "in" comer krill, pero ¿será necesario?. Tanto -creo- como comer caballitos de mar confitados. Solo gula.
La enormidad de los cetáceos no nos atemoriza porque no nos comen. Sólo por eso. Si fuesemos parte de la cadena trófica de una ballena, otro gallo cantaría. Aquí hay una bonita historia -de Rudyard Kipling, autor de " El Libro de la Selva"- de por qué nos salvamos de ser alimento de ballenas.

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